El Chupacabras
![¡Ay, nanita!](https://i0.wp.com/static.chilango.com/media/2013/02/11/ay-nanita.jpg)
Agujas de SIDA
Pokémon es el Diablo
![¡Pikachu!](https://i0.wp.com/static.chilango.com/media/2013/02/11/pikachu.jpg)
Aserejé Satánico
Coches Asesinos
¡ÁNTHRAX!
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Tazos del mal
Gloria Trevi
La gente podía jugar en las calles
Juguetes Vivientes
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Apocalipsis
Por elemental que parezca la respuesta, lo cierto es que la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EEUU (NOAA) ha tenido que avisar en un comunicado que “no se han encontrado nunca evidencias de la existencia de estos humanoides acuáticos”.
El motivo de este inusual anuncio ha sido laemisión de un documental en la popular cadena de televisión Animal Planet delDiscovery Channel. El largometraje, titulado `Sirenas: el cuerpo hallado´ daba a entender la posible existencia de sirenas y tuvo mucho éxito entre la población estadounidense.
A pesar de todo, el comunicado de la NOAA es ambiguo y deja una pregunta en el aire: “¿Por qué, entonces, ocupa el inconsciente colectivo de casi todos los pueblos marineros? Ésa es una pregunta que es mejor dejar a los historiadores, filósofos y antropólogos”.
La NOAA también hace un repaso a la historia de estos legendarios seres: “en el antiguo Lejano Oriente, las sirenas eran las esposas de los poderosos dragones marinos, y servían de mensajeras de confianza entre sus cónyuges y los emperadores en la tierra”, y recuerda que Homero ya habló de ellas en su famosa obra `La Odisea´. “Las sirenas aparecieron por primera vez en las pinturas rupestres en el Paleolítico tardío (Edad de Piedra), periodo de hace unos 30.000 años, cuando los hombres modernos ganaron el dominio sobre la tierra y, presumiblemente, comenzaron a navegar por los mares”, explica el comunicado.
FUENTE-muy interesante.es
http://froggerenelmundo.blogspot.mx/
Con la conclusión del Proyecto Libro Azul, el establecimiento de la regulación de Fuerzas Aéreas y el control del programa para investigar y analizar ovnis fueron rescindidos. La documentación en cuanto a la antigua investigación de Libro Azul fue transferida a la Rama Moderna Militar, a los Archivos Nacionales y al Servicio de Registros, y está disponible para la revisión y el análisis públicos.
es un extraño fenómeno que estoy seguro de que todos nos gustaría experimentar: el dinero que aparece aparentemente de la nada. Peniques, monedas de diez centavos, cuartos – incluso montones – que aparecen milagrosamente de quién sabe dónde. No estamos hablando acerca de encontrar monedas en la calle.Estamos hablando de dinero materialización del cielo y, más misteriosamente, alrededor de las casas y apartamentos – sin explicación fácil o lógica.
Vestía la mujer traje blanquísimo, y blanco y espeso velo cubría su rostro. Con lentos y callados pasos recorría muchas calles de la ciudad dormida, cada noche distintas, aunque sin faltar una sola, a la Plaza Mayor, donde vuelto el velado rostro hacia el oriente, hincada de rodillas, daba el último angustioso y languidísimo lamento; puesta en pie, continuaba con el paso lento y pausado hacia el mismo rumbo, al llegar a orillas del salobre lago, que en ese tiempo penetraba dentro de algunos barrios, como una sombra se desvanecía.
“La hora avanzada de la noche, – dice el Dr. José María Marroquí- el silencio y la soledad de las calles y plazas, el traje, el aire, el pausado andar de aquella mujer misteriosa y, sobre todo, lo penetrante, agudo y prolongado de su gemido, que daba siempre cayendo en tierra de rodillas, formaba un conjunto que aterrorizaba a cuantos la veían y oían, y no pocos de los conquistadores valerosos y esforzados, que habían sido espanto de la misma muerte, quedaban en presencia de aquella mujer, mudos, pálidos y fríos, como de mármol. Los más animosos apenas se atrevían a seguirla a larga distancia, aprovechando la claridad de la luna, sin lograr otra cosa que verla desaparecer en llegando al lago, como si se sumergiera entre las aguas, y no pudiéndose averiguar más de ella, e ignorándose quién era, de dónde venía y a dónde iba, se le dio el nombre de La Llorona.”
Tal es en pocas palabras la genuina tradición popular que durante más de tres centurias quedó grabada en la memoria de los habitantes de la ciudad de México y que ha ido borrándose a medida que la sencillez de nuestras costumbres y el candor de la mujer mexicana han ido perdiéndose.
Pero olvidada o casi desaparecida, la conseja de La Llorona es antiquísima y se generalizó en muchos lugares de nuestro país, transformada o asociándola a crímenes pasionales, y aquella vagadora y blanca sombra de mujer, parecía gozar del don de ubicuidad, pues recorría caminos, penetraba por las aldeas, pueblos y ciudades, se hundía en las aguas de los lagos, vadeaba ríos, subía a las cimas en donde se encontraban cruces, para llorar al pie de ellas o se desvanecía al entrar en las grutas o al acercarse a las tapias de un cementerio.
La tradición de La Llorona tiene sus raíces en la mitología de los antiguos mexicanos. Sahagún en su Historia (libro 1º, Cap. IV), habla de la diosa Cihuacoatl, la cual “aparecía muchas veces como una señora compuesta con unosatavíos como se usan en Palacio; decían también que de noche voceaba y bramaba en el aire… Los atavíos con que esta mujer aparecía eran blancos, y los cabellos los tocaba de manera, que tenía como unos cornezuelos cruzados sobre la frente”. El mismo Sahagún (Lib. XI), refiere que entre muchos augurios o señales con que se anunció la Conquista de los españoles, el sexto pronóstico fue “que de noche se oyeran voces muchas veces como de una mujer que angustiada y con lloró decía: “¡Oh, hijos míos!, ¿dónde os llevaré para que no os acabéis de perder?”.
La tradición es, por consiguiente, remotísima; persistía a la llegada de los castellanos conquistadores y tomada ya la ciudad azteca por ellos y muerta años después doña Marina, o sea la Malinche, contaban que ésta era La Llorona, la cual venía a penar del otro mundo por haber traicionado a los indios de su raza, ayudando a los extranjeros para que los sojuzgasen.
“La Llorona – cuenta D. José María Roa Bárcena -, era a veces una joven enamorada, que había muerto en vísperas de casarse y traía al novio la corona de rosas blancas que no llegó a ceñirse; era otras veces la viuda que veía a llorar a sus tiernos huérfanos; ya la esposa muerta en ausencia del marido a quien venía a traer el ósculo de despedida que no pudo darle en su agonía; ya la desgraciada mujer, vilmente asesinada por el celoso cónyuge, que se aparecía para lamentar su fin desgraciado y protestar su inocencia.”
Poco a poco, al través de los tiempos la vieja tradición de La Llorona ha ido, como decíamos, borrándose del recuerdo popular. Sólo queda memoria de ella en los fastos mitológicos de los aztecas, en las páginas de antiguas crónicas, en los pueblecillos lejanos, o en los labios de las viejas abuelitas, que intentan asustar a sus inocentes nietezuelos, diciéndoles: ¡Ahí viene La Llorona!