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los fantasmas de la vieja mansion del siglo 16


  • El video muestra a tres figuras “fantasmales” en escalera en Stanley Palace, Chester 


  • El equipo optó por el lugar en particular en Stanley Palacio, en la foto de arriba, porque un hombre habría muerto allí

      
                          



    El grupo Sefton investigaciones paranormales habían estado investigando el edificio del siglo 16 a finales del mes pasado, cuando, al revisar su material de archivo, notaron una extraña figura aparentemente aparece de la nada en un escalera detrás de dos miembros de su equipo. La aparición, que apareció alrededor de la mitad de camino por las escaleras, parecía mirada hacia la cámara y luego hacia la parte superior de las escaleras antes de desaparecer.Ninguno de los investigadores presentes en la sala en el momento habían sido consciente de que nada había sucedido hasta que hubieran visto el video después. “Fuimos informados por el comisario que había una escalera con una puerta por debajo de ella, donde un hombre murió,” dijo el co-fundador Aaron Robinette. “En el video, me senté en una silla y Joe está sentado en la escalera, y estamos llamando a los espíritus. No pasó nada, pero fue sólo cuando viendo el video de espalda que lo vi. Aparece y desaparece en tiro, todo delante de la cámara. ” El vídeo se puede ver a continuacion

     Los cazadores de fantasmas eligieron un área dentro del edificio protegido del siglo 16 Grado II para llevar a cabo su investigación debido a que un hombre habría muerto allí.

    Aaron Robinette y Joanne mayo se ven en el video que se sienta delante de la escalera, sin darse cuenta de las sombras que se movían detrás de ellos. 
    Co-fundador Pamela Robinette, de 44 años, dijo: “Después de cada investigación miramos hacia atrás en el material de archivo para ver si capturamos nada.


                              El video, tomado por los investigadores paranormales durante un proyecto nocturno en Stanley Palace, Chester, muestra cifras espeluznantes de pie en la escalera

    “Cuando nos dijeron que todos, desde el grupo que todos fueron hechos para arriba – es los hizo todos quieren volver. Todos pensaban que era absolutamente fantástico.
    ‘En las imágenes se puede ver el interruptor Joanne en una antorcha, mientras ella estaba al tanto de algo a través de la habitación, pero no vio nada en el momento.
    Co-fundador del equipo, Pamela Robinette, de 44 años, quien dijo que no hay engaño involucrado en el vídeo, cree que las sombras son sus tres hijos.  Dijo que una de las sombras tenían rasgos faciales, así como el cabello, que parecía como si se rueda
    ‘Hemos detectado unos acontecimientos bastantes espirituales en la cámara. No hay engaño involucrado, sólo usamos un reproductor de vídeo y cámaras de infrarrojos ‘.

    Co-fundador del equipo, Pamela Robinette, de 44 años, quien dijo que no hay engaño involucrado en el vídeo, cree que las sombras son sus tres hijos.  Dijo que una de las sombras tenían rasgos faciales, así como el cabello, que parecía como si se rueda

    La compañía paranormal fue iniciado por la Sra. Robinette, su hijo y Alan Mee hace cinco años. Desde entonces, se han sumado voluntarios Joanne May y Brian Harrison.
    Sr. Harrison 24 años, dijo: “El comisario nos dijo que había una escalera con una puerta por debajo de ella, donde un hombre murió.
    ‘En el video, Jo y yo estamos sentados en la escalera llamando a los espíritus.
    “No pasó nada, pero fue sólo cuando viendo el video de espalda que lo vi. Se aparece y desaparece en disparo, todo delante de la cámara.
    “Tratamos de probar lo contrario y si no podemos encontrar una explicación natural, como sombras o reflejos, es la razón principal por la que creo que puedo clasificarlo como paranormales.

    EL FANTASMA AL QUE AL CAPONE TEMIA.



    Su nombre se ha convertido en sinónimo de gángster, de haber sido uno de los criminales más despiadados de América de la década de 1920. 
    A pesar de todo su presunta actividad delictiva, que supuestamente incluía el contrabando y el asesinato, fue arrestado y condenado sólo por evasión de impuestos en 1931 y cumplió su condena en la prisión federal de Alcatraz, entre otras instituciones. Salió en libertad condicional en 1939 y murió de un ataque al corazón en su casa de Florida en enero de 1947.

    Durante su encarcelamiento en Alcatraz, San Francisco, Capone aprendió a tocar el banjio, y se dice que tocaba banjio triste, se oia de vez en cuando  desde la zona de las duchas de la prisión.
    Irónicamente, mientras que en Alcatraz, Capone creía que estaba siendo perseguido por el fantasma de Myles O’Bannion, el líder de una pandilla de Chicago rival que, se cree, Capone había matado. Capone pensó que el fantasma de O’Bannion le siguió alrededor de la prisión, en busca de venganza.

    leyenda de la planchada

    La leyenda de la planchada es probablemente una de las más populares de México. En ella narran la historia de una enfermera fantasmal que vaga por los pasillos del hospital y atiende a los enfermos que necesitan ayuda médica… Cuentan que cierto día, una chica llamada Eulalia entró a formar parte del personal de enfermería en el hospital. Era una chica de buena presencia, con cabellos rubios, ojos claros y facciones finas, con una actitud amable y educada aunque revestida por un ligero aire de seriedad. Desde sus primeros días en la institución médica, Eulalia demostró gran profesionalismo y diligencia, mostrándose siempre solicita con el personal médico y con los pobres enfermos, hacia los cuales profesaba una dedicación que a veces iba más allá del mero deber. Por otra parte, Eulalia siempre estaba muy limpia y arreglada, con el uniforme blanco perfectamente planchado e impoluto, exento de la más mínima mancha o arruga. Como era de esperarse, Eulalia se granjeó rápidamente el aprecio de los médicos, a la par que, gracias a su natural simpatía, logró verse libre de inspirar envidia en sus compañeras y compañeros de enfermería. Por otra parte, la vida de Eulalia era realmente tranquila, sana y sencilla, ya que todo su tiempo se dividía entre las labores en el hospital y las atenciones hacia su pequeña pero estable y relativamente feliz familia, conformada por sus padres y sus dos hermanos menores, al menos en lo que respecta a su círculo más cercano. Por ello, los días habituales de Eulalia consistían en trabajar en el hospital, llegar a casa con una sonrisa, comer con todos, dormir un rato, despertar y pasar sus horas siguientes en tareas domésticas que compartía con su madre, en jugar con sus hermanos o en la lectura. Sin embargo, un día todo cambió… En efecto, cierta mañana el director del hospital convocó al personal para presentar al nuevo médico que acababa de llegar: el Dr. Joaquín, un tipo inteligente, guapo y alto, venido “de buena familia”, pero con un cierto aire de arrogancia. Todas las demás enfermeras y casi todos los enfermeros fueron, pero Eulalia se quedó atendiendo a un paciente. Pasados unos cuantos días, Eulalia todavía no había cruzado palabra alguna con el Dr. Joaquín, y apenas lo había visto de lejos, aunque a sus oídos ya habían llegado los rumores que lo retrataban como un tipo orgulloso, como uno de esos hombres que miran a casi todos “por encima del hombro”. Eso hacía que ella no tuviera muchos deseos de conocerlo, pero un día la convocaron para que lo ayudase con la extracción de una bala en la pierna de un paciente… Pese a los rumores, cuentan que Eulalia quedó prendada del Dr. Joaquín cuando lo vio de cerca, al punto de que sus manos temblaban ligeramente cuando le pasaba los instrumentos, llegando incluso a equivocarse en lo que respecta a entregar el instrumento correcto… Después de ese primer encuentro, Eulalia empezó a enamorarse apasionadamente del Dr. Joaquín, a pesar de que le decían que no le convenía, que el tipo era un egocéntrico y que coqueteaba con una y otra enfermera. No obstante ella siguió en su afán, diciéndose que sus compañeras estaban exagerando o simplemente justificando a Joaquín cuando no podía dudar de tales o cuales críticas que sobre él se cernían. De ese modo, pasados algunos meses ella consiguió su propósito y el Dr. Joaquín cedió a sus encantos, aceptando ser su novio. Durante un largo tiempo Eulalia se sentía la criatura más dichosa del mundo, y su pasión crecía como un incendio a pesar de que Joaquín no parecía amarla con la misma intensidad e incluso, según las malas lenguas, coqueteaba con otras chicas a espaldas de ella. Tras poco más de un año de noviazgo, Eulalia se sorprendió cuando cierto día Joaquín le propuso matrimonio, a lo cual ella accedió con el cándido entusiasmo de una quinceañera enamorada. Sin embargo era necesario esperar para la boda, ya que antes Joaquín debía irse a un seminario de 15 días en otra ciudad.

    Antes de irse él le pidió que le planchara y preparara un fino traje, ya que debía estar impecable y elegante en el seminario. Entonces ella aceptó y, justo un día antes del viaje, él fue a recoger el traje y a visitarla, hablando tendidamente con ella y despidiéndose entre abrazos, besos y promesas de amor eterno… Tan solo una semana tras la partida de Joaquín, Eulalia ya lo extrañaba como si hubiese estado ausente varios meses, por lo que a veces adoptaba una actitud de melancólica nostalgia. Paralelamente, justo después de una semana cumplida desde el último día en que vio a Joaquín, un enfermero la abordó cuando estaba sola, le declaró su amor y le pidió que por favor lo acompañara a una fiesta como su pareja de baile, pero ella se negó y le dijo que si acaso no recordaba que el Dr. Joaquín y ella tenían una relación… Asombrado y algo herido, el enfermero la miró y le dijo que no entendía cómo es que nadie le había contado que Joaquín renunció en el hospital y se fue a un viaje de luna de miel con su nueva esposa… Las palabras del enfermero habían dejado completamente helada a Eulalia, con esa mezcla de dolor y consternación que alguien siente cuando inesperadamente le informan que su madre o alguien muy querido ha muerto, aunque con la enorme y gran diferencia de que en la mirada de Eulalia latía la decepción. Por eso ella no acertó a decir nada, y solo agachó la cabeza y se fue, caminando con la leve esperanza de que aquello fuese un invento del enfermero para salir con ella. Pero a la mañana siguiente fue y averiguó en los registros, y efectivamente Joaquín había renunciado, por lo cual era lógico asumir que lo de la luna de miel era también cierto, tal y como decían muchas más personas además del enfermero… Desde su decepción amorosa, Eulalia jamás volvió a ser la misma. Nunca había tenido un novio antes, y solo le había gustado uno que otro chico durante su adolescencia, siendo con Joaquín con quien supo lo que realmente era el amor. Sentía que su corazón era un jarrón despedazado sobre el árido suelo de la vida, y al parecer ni ella misma quiso recoger los pedazos y recomponerlo, ya que permitió que la amargura fuera apoderándose progresivamente de ella, hasta convertirla en un ser frío, silencioso y sombrío, en una mujer que no volvió a vincularse a ningún hombre porque se abandonó a la idea de que todos “eran iguales”, y en una enfermera que realizaba su trabajo con el alma empolvada por el tedio y el desgano, descuidando a los enfermos hasta el punto de que algunos murieron por sus negligencias al olvidarse darles la medicación, a pesar de ello no fue despedida porque, sus compañeros y superiores la apreciaban y pensaban que tarde o temprano volvería a ser la chica trabajadora y dedicada a los pacientes que siempre había sido. Pasaron así los años y un día la enfermedad cayó sobre ella, transformándola en una paciente más del hospital donde por décadas fue indiferente hacia el malestar de los enfermos que tan mal atendía. Ella era la abandonada ahora. Sin embargo, en lo profundo de su soledad, la reflexión le ablandó el corazón y, antes de morir, se arrepintió de haber sido tan mal enfermera, falleciendo sin poder perdonarse a sí misma, y con el anhelo de enmendar de alguna forma sus errores pasados… Tras la muerte de Eulalia, en el hospital comenzaron a surgir testimonios de gente que era atendida por una amable enfermera que no parecía pertenecer al personal del hospital. Una chica joven con la ropa impecable, perfectamente planchada, tal y como la llevaba Eulalia en vida. Normalmente los testimonios eran confusos porque solía atender a los enfermos cuando dormían, se encontraban sedados o estaban muy graves. En cierta ocasión, una de las enfermeras que trabajaban de noche se quedó dormida en su turno. Su negligencia le podría haber costado la vida a un paciente que necesitaba una importante medicación para tratar una fuerte infección que hacía peligrar su vida. El hombre, semiinconsciente, observó como una enfermera, a la cual no pudo reconocer porque tenía el rostro ligeramente borroso y como desdibujado, le suministró el antibiótico necesario y, mientras lo arropaba, le dedicó una caricia en el pelo. Un par de horas después, la enfermera que se había dormido en su turno se despertó sobresaltada y, acordándose de lo importante que era suministrarle la medicación al señor, salió corriendo hacia su habitación, temiéndose lo peor. Al llegar allí se encontró que, el goteo que mezclaba el antibiótico con el suero, estaba perfectamente colocado y la dosis era la correcta. Aún asustada, le preguntó al paciente quién le había puesto la medicación. La respuesta la dejó helada: “Su compañera rubia, la que tiene la bata sin una sola arruga”. Ésta fue una de las cientos de veces que “La Planchada” atendió a alguien que necesitaba la ayuda médica o que había sido descuidado por las otras enfermeras. Pocos son los que la recuerdan, ya que siempre atiende a personas graves o cuando están medio dormidas; ninguno puede recordar su rostro con claridad, ya que, casi siempre que se ha dejado ver, lo ha hecho con su cara ladeada o de espaldas. Pero todos los testimonios concuerdan en lo mismo, en lo impoluto de su aspecto y en la perfecta forma en la que están planchadas sus ropas, así como en lo cordial y profesional de su trato. Algunos, de entre el personal del hospital, también dicen haberla visto durante escasas fracciones de segundo entrar o salir de la habitación de un paciente e incluso haber sido despertados por el espíritu de Eulalia cuando dormían en sus turnos, tocándoles el hombro, y comprobando al despertar que estaban solos y que los pasillos del hospital estaban desiertos. Aunque nunca la vieron como una amenaza, ya que ayudaba a los enfermos cuando estos eran descuidados, cosa que se sabía gracias a los múltiples testimonios de pacientes que afirmaban haber recibido tal o cual medicación en ausencia de personal médico. NOTA: Según varias fuentes esta leyenda es originaria de México, específicamente del hospital de Juárez, pero se cuenta que la planchada ha aparecido en otros hospitales e incluso hay historias similares en otros países. Esta podría denominarse la versión “moderna” de la leyenda que se hizo enormemente popular en el siglo XX en México. Pero existe una versión anterior surgida a raíz de la Guerra de Intervención Estadounidense que enfrentó a Estados Unidos y México, durante dicha guerra perecieron cerca de 25.000 soldados mexicanos, y en los hospitales de campaña las condiciones de trabajo del personal sanitario eran tan duras que era frecuente que las enfermeras se quedaran dormidas en sus interminables turnos. Al despertar, muchas de ellas, acudían rápidamente a seguir atendiendo pacientes y se encontraban que ya habían sido limpiadas sus heridas o suministrada la medicación que precisaban. Al preguntarles quien les había atendido siempre daban la descripción de una mujer rubia con cabello corto y rostro serio, que no correspondía con el aspecto de ninguna de las enfermeras que trabajan en el hospital. Los pocos que trataron de seguirla se llevaron la sorpresa de que parecía esfumarse al doblar una esquina